
El 18 de marzo de 1997, Aerosmith lanzó Nine Lives, su duodécimo álbum de estudio y el primero bajo el sello Columbia Records tras una exitosa etapa con Geffen.
Este disco llegó en un momento clave para la banda, que buscaba igualar el impacto de Get a Grip (1993), uno de sus mayores éxitos comerciales y críticos.
El proceso de grabación estuvo marcado por varios cambios en la producción y conflictos internos, incluyendo la salida de su manager Tim Collins y el reemplazo del productor Glen Ballard por Kevin Shirley.
A pesar de estos desafíos, el álbum alcanzó el puesto número 1 en el Billboard 200 y su single Pink ganó un Grammy a la Mejor Interpretación de Rock por un Dúo o Grupo.
Un disco de contrastes y grandes momentos
Desde su apertura con la explosiva Nine Lives, el álbum muestra un sonido agresivo con influencias hindúes y la inconfundible energía de Steven Tyler.
Le sigue Falling in Love (Is Hard on the Knees), un tema cargado de dobles sentidos y acompañado de un videoclip memorable.
El álbum también incluyó baladas destacadas como Hole in My Soul, donde Tyler alcanza notas inigualables, y Ain't That a Bitch, que combina crudeza con un estribillo potente. La banda también exploró sonidos orientales en Taste of India y mostró su lado más salvaje en temas como Something's Gotta Give y Crash.
Uno de los puntos más altos del disco fue Pink, que se convirtió en un éxito global con su melodía pegajosa y su videoclip lleno de humor.
El cierre del álbum llega con Fallen Angels, una emotiva balada en la que Aerosmith vuelve a demostrar su talento para este tipo de canciones.
El último gran álbum de Aerosmith
Si bien Nine Lives no alcanzó las cifras de ventas de Get a Grip, sigue siendo considerado por muchos fanáticos como el último gran trabajo de la banda.
Su mezcla de hard rock, experimentación y baladas lo convirtió en un disco sólido que reflejó tanto la evolución como la esencia de Aerosmith.