El 10 de enero de 2016, el mundo perdió a David Bowie, uno de los artistas más influyentes de la música y la cultura pop.
Falleció en su departamento de Nueva York, apenas dos días después de cumplir 69 años y lanzar Blackstar, su álbum de despedida.
Su muerte fue el cierre de una vida llena de innovación y creatividad, marcada por su capacidad de reinventarse y romper barreras artísticas.
David Bowie: Un legado construido sobre reinvención constante
David Bowie, nacido como David Robert Jones en Brixton, Londres, en 1947, hizo historia en la música, la moda y la cultura popular.
Desde sus inicios como Ziggy Stardust hasta sus exploraciones más experimentales en Berlín y su consagración como ícono global, Bowie desafió las expectativas y redefinió lo que significa ser un artista.
Su álbum final, Blackstar, es considerado una obra maestra premonitoria.
Producido por su colaborador de toda la vida, Tony Visconti, este disco fusionó jazz experimental y letras introspectivas. Según Visconti: "Hizo Blackstar para todos nosotros, su regalo de despedida. Su muerte fue una obra de arte, tal como lo fue su vida".
Bowie luchó en secreto contra un cáncer de hígado durante 18 meses, un hecho conocido solo por su círculo más cercano.
Durante ese tiempo, continuó trabajando en proyectos como el musical Lazarus, demostrando su compromiso con el arte hasta el final.
Homenajes globales y un impacto cultural duradero
Tras su fallecimiento, fanáticos de todo el mundo se reunieron en lugares emblemáticos relacionados con Bowie, como el mural de Brixton que lo representa en la era Aladdin Sane.
Memoriales espontáneos también surgieron en Berlín, ciudad donde grabó su icónica "trilogía de Berlín", y en Nueva York, donde pasó sus últimos días.
El impacto de su muerte se reflejó en un aumento masivo en las ventas de sus álbumes y sencillos, mientras músicos y figuras públicas destacaban su influencia en la música, la moda y la cultura.
Hace tres años, su catálogo completo fue adquirido por Warner Music por más de 250 millones de dólares, asegurando que su música siga llegando a nuevas generaciones.
Bowie insistió en no tener un funeral. Según su voluntad, fue incinerado en Nueva Jersey el 12 de enero de 2016.