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Los efectos psicológicos del ayuno intermitente, según la ciencia

El ayuno intermitente, cada vez más popular, podría mejorar el autocontrol y la relación con la comida, pero también conlleva riesgos psicológicos si no se practica adecuadamente.

Ayuno Intermitente
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El ayuno intermitente es un protocolo de alimentación que alterna periodos de ayuno total o parcial con intervalos de ingesta de alimentos.

No es una dieta específica, sino una forma de organizar los horarios de las comidas, como el popular esquema 16/8, que consiste en ayunar durante 16 horas y comer en las 8 horas restantes.

El éxito de esta práctica depende de llevar una alimentación equilibrada durante el periodo de ingesta y evitar excesos con alimentos ultraprocesados.

Según expertos del portal Psicología y Mente, comenzar con el esquema 12/12 puede ser ideal para adaptarse progresivamente, ya que incluye las horas de sueño y un ligero ajuste en los horarios de las comidas.

Existen otros tipos de ayuno más prolongados, como el 20/4 o el OMAD (una comida al día), que requieren mayor supervisión.

Estas modalidades son menos recomendables a largo plazo, ya que pueden tener efectos adversos, especialmente en personas con condiciones preexistentes como diabetes o trastornos alimentarios.

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El ayuno intermitente es una tendencia popular, pero ¿qué efectos tiene en nuestra mente? | Getty Images

Efectos psicológicos del ayuno intermitente: entre beneficios y riesgos

Los efectos del ayuno intermitente en la salud mental pueden ser positivos o negativos, dependiendo de la forma en que se practique y de las características individuales de cada persona.

Beneficios potenciales

  1. Mayor autocontrol alimenticio: El ayuno intermitente podría ayudar a desarrollar un mejor control sobre el hambre y la saciedad, regulando las hormonas responsables, como la grelina y la leptina. Esto permitiría distinguir entre hambre real y hambre emocional, ayudando a reducir los episodios de ingesta impulsiva o por aburrimiento.
  2. Regulación emocional: Algunas investigaciones sugieren que este protocolo puede mejorar el estado de ánimo y reducir la ansiedad alimentaria en personas que logran adaptarse adecuadamente. Sin embargo, los estudios al respecto son limitados, especialmente en humanos, por lo que se necesitan más evidencias.

Riesgos a considerar

  1. Ansiedad por la comida: Los ayunos prolongados o mal gestionados pueden generar ansiedad y llevar a episodios de atracones al romper el ayuno. Este efecto es más común en prácticas extremas, como el ayuno de 23 horas.
  2. Riesgos en personas vulnerables: En individuos con trastornos alimentarios o enfermedades crónicas, el ayuno intermitente puede ser perjudicial, exacerbando problemas de salud física y emocional.

El balance es clave

Aunque el ayuno intermitente puede aportar beneficios psicológicos y físicos, su implementación debe ser supervisada por profesionales.

"No es lo mismo un pequeño ayuno de 12 horas que uno de 23 horas", advierten expertos.

Practicarlo de manera progresiva y consciente es esencial para minimizar riesgos y aprovechar sus posibles ventajas.


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