El 31 de diciembre de 1996, la reina Isabel II anunció que Paul McCartney sería nombrado Knight Bachelor en la lista de honores de Año Nuevo, un reconocimiento que cristalizó el 11 de marzo de 1997 en una ceremonia histórica en el Palacio de Buckingham.
La investidura marcó un momento significativo para el ex Beatle, quien describió aquel día como uno de los más memorables de su vida.
Acompañado por tres de sus hijos, pero sin su esposa Linda, quien enfrentaba una batalla contra el cáncer, McCartney recordó con emoción el trayecto desde su infancia en Liverpool hasta ese instante de reconocimiento nacional. "Es un gran honor que comparto con la gente de Liverpool y los británicos de mi generación", comentó el músico de 54 años.
Un honor cargado de historia y significado
La ceremonia, que incluyó la tradicional genuflexión ante la reina y el toque de espada en los hombros, fue seguida con entusiasmo por una multitud de fanáticos que recordaban la Beatlemanía de los años 60. "Nunca habría imaginado esto cuando empezamos en Liverpool. Si lo hubiéramos mencionado, nos habrían tomado por locos", dijo McCartney a los medios.
El galardón llegó en un momento en que McCartney continuaba activo en la música, preparando el lanzamiento de su álbum Flaming Pie, que contó con la colaboración de Ringo Starr. Sobre su nombramiento, Paul bromeó: "Es como recibir un premio escolar. No lo buscas, pero cuando llega, simplemente lo aceptas".
Un tributo personal y colectivo
Paul McCartney reconoció que su nombramiento no solo era un logro personal, sino también un tributo a sus raíces y a los millones de fans que lo han apoyado. "Nunca olvidas a los fans que te pusieron ahí arriba", afirmó. Sin embargo, admitió que la ocasión se sintió incompleta sin la presencia de John Lennon, George Harrison y Ringo Starr. "Parece extraño estar aquí sin los otros tres. Sigo mirando por encima de mi hombro por si los veo", comentó con nostalgia.
El nombramiento como caballero fue más que un honor oficial: fue un testimonio del impacto cultural de McCartney y los Beatles, una celebración de su legado musical y una reafirmación de su conexión con sus raíces británicas. Como él mismo lo expresó, "Sería de mala educación rechazarlo".