Un día como hoy, en 1999, Foo Fighters lanzó There Is Nothing Left to Lose, su tercer álbum de estudio y uno que, a dos décadas y media de su lanzamiento, sigue siendo fundamental en su carrera.
Este disco fue pionero en llevar a la banda a las listas de éxitos internacionales y posicionarse en el número 10 tanto en Estados Unidos como en Reino Unido, gracias a hits como Learn to Fly, Breakout y Next Year.
Fue también el primer álbum que incluyó al icónico baterista Taylor Hawkins, quien dejó su firma en el sonido del grupo.
There Is Nothing Left to Lose: Un sonido melódico y diferente
There Is Nothing Left to Lose fue una apuesta arriesgada para Foo Fighters, ya que se alejó de sus raíces grunge hacia un estilo más melódico y experimental.
Esta evolución musical puede haber sido influenciada por el ambiente relajado en el que se grabó el álbum: Dave Grohl, líder de la banda, decidió grabarlo en el sótano de su casa en Virginia, creando un ambiente íntimo y cómodo para sus miembros.
"Hacíamos carne asada todos los días después de grabar", mencionó Grohl en entrevistas, destacando cómo la camaradería ayudó a formar el espíritu del disco.
El álbum llegó a un público más amplio y consolidó su estilo característico de rock alternativo, mezclando melodías pegajosas y letras reflexivas con una producción limpia, muy diferente de su anterior álbum The Colour and the Shape. Esto les permitió alcanzar nuevos oyentes y expandir su base de seguidores en todo el mundo.
El éxito comercial y el primer Grammy
Además de su impacto sonoro, There Is Nothing Left to Lose trajo reconocimiento a Foo Fighters en la industria musical.
Fue el álbum que los hizo ganar su primer premio Grammy a la Mejor Interpretación de Rock en 2001, un logro que impulsó su prestigio como una de las bandas de rock más relevantes del momento.
Los sencillos del álbum, especialmente Learn to Fly, se convirtieron en himnos para la banda y continúan siendo favoritos en sus presentaciones en vivo.
Curiosidades del álbum
Las primeras copias del álbum incluían un tatuaje temporal idéntico al que se muestra en la portada del disco, un detalle que se volvió un símbolo para sus fans.
En Australia, el álbum se lanzó en una edición especial que incluía un segundo disco VCD con cuatro videoclips y la pista adicional Fraternity, lo que aumentó su popularidad en ese mercado.
A lo largo de los años, There Is Nothing Left to Lose ha vendido millones de copias y sigue siendo una referencia de la evolución musical de Foo Fighters.