Noticias

Paul McCartney en Chile: un "carrete cuático" en el Estadio Monumental

El ex Beatle se presentó en el Estadio Monumental con un show emotivo, bailable, y lleno de éxitos, que nos recordó por qué hizo historia

PAUL MCCARTNEY
Créditos: Andie Borie / DG Medios

Paul McCartney regresó a nuestro país con su gira “Got Back” este viernes 11 de octubre en el Estadio Monumental. El recorrido partió con una línea de tiempo en fotografías: un rascacielos que nos mostraba los personajes que habitarían para siempre su biografía. 

A las 21:00 en punto, el edificio se convertiría en una estructura colorida, con una escalera de caracol que conducía a una construcción industrial, y luego, a una edificación brutalista, que mezclaba todas las otras etapas. En la cúspide del rascacielos estaba el clásico bajo de Sir Paul McCartney, y, cuando el bajo reventó en colores, apareció el músico con expresión serena, como si tocar "Can't Buy Me Love" no fuese esfuerzo en absoluto. 

PAUL MCCARTNEY
Créditos: Andie Borie / DG Medios

Una carrera que merece un recorrido

De ahí en adelante, el público del Estadio Monumental pudo corear canciones como la enérgica "Drive My Car", la melancólica "My Valentine", y una versión colaborativa de "Ob La Di", entre muchas, muchas otras. La presentación llegó a su fin después de la versión extendida de "Hey Jude", pero como dos horas de Paul McCartney habría sido poco, la banda volvió con "I've Got A Feeling", a dueto con John Lennon, desde la azotea que los recibió en el año 1969. 

Es que, después de casi 60 años de carrera, de canciones históricas, de hit tras hit, uno podría pensar que un setlist de éxitos es lo más fácil. Pero al ver el show, nos damos cuenta: la lista no está pensada para agradar a un público transversal. Es, simplemente, el reflejo de una carrera tan longeva, y tan interesante, en lo que respecta a la música, que es inevitable conocerlas, cantarlas, o al menos, tararearlas. 

Paul McCartney: auténtico hasta el final

El repaso de su discografía logró hacer que el público bailara emocionado, pero lo realmente contagioso no tenía mucho que ver con la calidad de los éxitos que sonaban en el escenario: era la energía del ex Beatle que inspiró a la gente a moverse. 

Es que McCartney es un frontman admirable. En su traje de tres piezas, de punta en blanco, hablando un español chileno –que, aunque escaso, es perfecto—, con su carisma, es difícil perderlo de vista. El artista no parece entender el asombro que produce, y actúa con una sencillez impresionante, como si no supiera que es uno de los músicos más relevantes de la historia. Después de todo, aunque los años no han pasado en vano, él sigue siendo el mismo, y es evidente que no ha cambiado: tiene una voz que sólo se pone mejor, y las intervenciones involuntariamente cómicas —propias de un artista que lleva décadas frente al público— le dan otra dimensión de autenticidad.  

"Este carrete está cuático"

El de McCartney y compañía es un show que excede las expectativas sin sentirse forzado. Cada pieza tiene su lugar, cada una es necesaria y adorna el conjunto. Nada sobra. El sonido es pulcro, desde la guitarra, hasta los bronces. Incluso los silbidos, cuando corresponde. El talento de la banda es hipnotizante, y encuentran la forma de darle valor al virtuosismo (que sin duda está presente), y convertirlo en un show que obliga a los presentes a seguir la historia con atención.

A toda esta sincronía y talento, habría que sumarle el carácter de los músicos que lo acompañan: ¿se ha visto un grupo más alegre de dar un buen concierto, y de traer a la vida esas canciones que conectan con tanta gente? Ni hablar de la energía del percusionista, Abe Laboriel Jr., que fue, definitivamente, el segundo favorito del público. El primero fue Paul. Pero, más allá de los rankings, es seguro decir que, en efecto, “el carrete”, en palabras de Sir Paul, estaba “cuático”.  


Contenido patrocinado

Compartir