Guillermo Núñez, nombre fundamental de las artes plásticas chilenas, nos dejó el pasado jueves 23 de mayo a los 94 años.
Su trayectoria, marcada por la exploración de diversas técnicas y una profunda sensibilidad social, lo convirtió en un referente ineludible para las generaciones venideras.
Nacido en Santiago en 1930, Núñez se sumergió en el mundo del arte desde temprana edad. Sus estudios en la Escuela de Teatro y la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile le brindaron las bases técnicas y conceptuales que lo impulsarían a desarrollar una obra prolífica y diversa.
Incursión en el Grupo de Estudiantes Plásticos y viajes formativos
En 1949, Guillermo Núñez se unió al Grupo de Estudiantes Plásticos, donde tuvo la oportunidad de aprender de dos grandes maestros: Gregorio de la Fuente y Pablo Burchard.
Esta experiencia marcó un hito en su formación artística, permitiéndole explorar nuevos lenguajes y técnicas.
Su afán por el conocimiento lo llevó a viajar a Francia en 1953, donde perfeccionó sus habilidades en la Academia Grand Chaumiére y la Biblioteca del Arsenal y de la Opera.
Durante este período, Núñez conoció a Roberto Matta, quien se convertiría en una figura crucial en su desarrollo artístico.
Guillermo Núñez: Un artista comprometido con su tiempo
A su regreso a Chile, Núñez se adentró en el arte Pop, una corriente que reflejaba la cultura popular y los movimientos sociales de la época. Su obra se caracterizó por su crítica social y su profunda reflexión sobre la condición humana.
En 1971, Núñez asumió la dirección del Museo de Arte Contemporáneo de Santiago (MAC), cargo que desempeñó durante un año. Durante su gestión, buscó acercar el arte al público y convertir el museo en un espacio de diálogo y reflexión social, recoge La Tercera.
Exilio y regreso a Chile
El golpe de Estado de 1973 marcó un punto de inflexión en la vida de Núñez.
Tras ser detenido y torturado, se vio obligado a partir al exilio junto a su esposa, la crítica literaria Soledad Bianchi.
Francia se convirtió en su hogar durante los siguientes años, pero su corazón siempre estuvo ligado a Chile.
En 1987, Núñez regresó a su país natal, donde retomó su actividad artística con renovado vigor.
Sus exposiciones continuaron cautivando al público por su fuerza expresiva y su compromiso con la realidad social.