Hay que amar mucho una obra para querer apreciarla en más de un formato, y tener la mente abierta para aceptar que la manipulen. Estos son los requisitos para disfrutar de los live action en series o películas que suman y siguen en todas las famosas productoras existentes.
Ejemplo de lo anterior es Avatar: The Last Airbender, cuya franquicia trajo a la vida no solo una, sino dos adaptaciones a humanos de carne y hueso en menos de quince años. Al menos, pareciera ser que la última versión de Netflix, sí está hecha con cariño.
La exitosa serie animada de Nickelodeon, creada por Michael Dante DiMartino y Bryan Konietzko en 2005, tuvo su primer intento de adaptación a live action en 2010 bajo la dirección de M. Night Shyamalan. Está de más decir que dicho largometraje fue un rotundo fracaso en la crítica. Su error principal, probablemente, fue arrancar de raíz todo lo que hacía que la serie original fuera un show especial que se desmarca de ser “solo una serie infantil”.
Este error no lo comete la nueva adaptación de Netflix. La serie creada por Albert Kim cuida casi todos los aspectos que debiesen ser atendidos cuando se trata de manipular un producto tan querido, como lo es el show de Nickelodeon.
Una visión fresca 'Avatar: The Last Airbender'
El alma de la serie original está en aspectos como la conformación de vínculos y la adquisición de responsabilidades, muchas veces, no deseadas. Todo lo anterior, persevera en esta nueva versión.
De la misma forma, se mantienen y se trabajan con belleza, características creativas como la creación de mundos, coreografías de diferentes artes marciales e influencias de pueblos indígenas, tanto en la representación de tradiciones, como en la elección del elenco.
Este último, un punto alto de la producción. Los actores jóvenes no solo son la viva representación de sus personajes, sino que añaden frescura en los cambios que se tomaron para ellos. A pesar de que todos están bien, exceptuando algunas escenas en las que los más jóvenes como Gordon Cormier (Aang) o Kiawentiio (Katara) quedan al debe en credibilidad, son Dallas Liu (Zuko) e Ian Ousley (Sokka) quienes más aprovechan su papel. Ambos sufren algunas adaptaciones en cuanto a su personalidad que pudieron haber molestado mucho más de lo que hicieron. Personajes opuestos que, gracias a las interpretaciones, logran encajar con acciones que Zuko y Sokka harían.
Son estos cambios los que se advirtieron en un principio. Todos los capítulos resplandecen de momentos en los que se agradece presenciar detalles sacados de la original de Nickelodeon. Sin embargo, lo cierto es que en favor del formato y las nuevas generaciones, se adapta la narrativa y se condensa el “Libro Uno” en solo ocho capítulos. Episodios que, a veces, avanzan más rápido de lo que se espera.
Esto, en lugar de ser un error de la serie, es algo propio de toda adaptación a live action. Un calco perfecto es algo imposible de encontrar. Y de haber uno, no tendría sentido propio de existir. Lo importante de ver un producto querido en un formato diferente, es disfrutar de una nueva mirada con sensaciones nuevas que solo otorga dicha dimensión. En el caso de Avatar: The Last Airbender de 2024, esto se logra.
La serie original estuvo destinada a acompañar a las infancias en la travesía que implica crecer. Un cartoon lleno de metáforas y enseñanzas que transcendió y siempre existirá, pero que hoy es posible disfrutar de una nueva forma para complementar la experiencia o aventurarte solo en la nueva versión que revive la esencia de su predecesora. Habrá que esperar un par de años más para ver si logra cerrar tan bien como la fuente de su inspiración.
Avatar: The Last Airbender se estrena en Netflix el 22 de febrero de 2024.