Los que crecieron en los 70, quizás estén familiarizados con el nombre Willy Wonka. Los que crecieron en los 2000, seguramente lo han escuchado más de una vez. Es que Wonka es uno de los personajes más memorables de la obra de Roald Dahl. Y es el protagonista de Wonka, la nueva precuela de Paul King, protagonizada por Timothée Chalamet, que muestra el origen del mejor chocolatero (ficticio) del mundo.
Por supuesto, no es una tarea fácil. Aquí, Wonka se encuentra con desafíos peculiares, como convertirse en persona non grata para el Cartel del Chocolate. Pero también encuentra amigos excéntricos, con talentos inesperados y voluntades de oro –muy en la clave de Roald Dahl–.
Timothée Chalamet es Willy Wonka
Wonka definitivamente es un personaje un poco menos serio que lo que acostumbra Timothée Chalamet. Desde que su carrera despegó, lo hemos visto aparecer más que nada en dramas (Call Me By Your Name, El Rey, Dune, Beautiful Boy). Entonces, al llegar a la película –o incluso al tráiler–, es difícil aceptar el histrionismo del papel y las expresiones exageradas con las que interpreta al chocolatero.
Pero bastan 5 minutos y una canción para acostumbrarse a esta nueva faceta, que, aunque podría no repetirse, habla bastante bien de la versatilidad del actor. La inocencia, el idealismo, y la ingenuidad son de alguna forma nuevos en su currículum –por lo menos en este extremo caricaturesco–, pero, aunque no es perfecto, resulta perfecto para una historia que (no lo obviemos) está pensada principalmente para niños.
Notas dulces
Y el soundtrack es otra cosa. Tiene ese brillo infantil, que nos hace creer completamente en la espontaneidad de las canciones y las coreografías. A veces, son piezas pegajosas (como lo advierte el Oompa Loompa, interpretado por Hugh Grant). En otros momentos, son piezas lindas, llenas de sentimientos que se sienten muy genuinos.
Y encima de todo ese esfuerzo de composición, la voz de Timothée Chalamet, que transmite emoción con una fuerza inesperada (pensando en que su incursión musical más conocida fue la colaboración con Pete Davidson para el sketch de Saturday Night Live).
Al final, es obvio que, en esta producción, Paul King busca encontrar una veta dulce (muy ad hoc), pensada hasta el último detalle desde la inocencia propia de un cuento de niños. Se nota en la dirección del protagonista, en el diseño de la ciudad que acoge a esta leyenda del chocolate, e incluso en los villanos y las mentes maestras del crimen organizado.
Las aventuras y los desafíos resueltos con el ingenio del chocolatero hacen que la película sea entretenida y fluya con buen ritmo. Las canciones la vuelven entrañable. Y el balance total convierte a Wonka en una precuela más que digna de ver.