Leave the World Behind (Dejar el Mundo Atrás), la nuevo película del director Sam Esmail, es un verdadero enigma. El cineasta, conocido por series como Mr. Robot (2015-2019) o Homecoming (2018-2020), nos presenta una historia de un futuro distópico (o quizás no tanto) y que cuesta comprender durante gran parte de la película.
El filme de Netflix, que se estrena este viernes 8 de diciembre en la plataforma, tiene un elenco de lujo. En el protagónico tenemos a Julia Roberts y Ethan Hawke como un matrimonio neoyorquino de mediana edad que se va de vacaciones con sus dos hijos por un fin de semana a Long Island. Sin embargo, nada sale como esperan.
El personaje de Roberts es impulsivo. Deciden irse de vacaciones por una decisión de ella y eso genera la trama de la película. La primera hora es muy confusa y apenas se puede entender algo. La llegada del ganador del Oscar, Mahershala Ali, como G. H. Scott, el propietario de la casa, es bastante enigmática. Durante gran parte de la película se tiende a desconfiar de él y sus intenciones. Solo el tiempo dirá si lo juzgamos mal o no en este thriller.
Hay un tema con la tecnología en Leave the World Behind. Nada parece funcionar en la casa, incluso ya en el auto de camino a la playa la hija menor tiene problemas con su iPad. Durante la noche ven obligados a jugar Jenga ya que no tienen señal de TV ni wi-fi. Algo bastante notable es que el personaje de Hawke lleva una polera de Bikini Kill.
Rose (Farrah Mackenzie), la hija menor, puede ver las cosas antes que el resto, una especie de sexto sentido más desarrollado. Sin embargo, como bien dice ella misma, nadie la escucha ni le toma atención.
Durante toda la película da la impresión de que algo raro se traen entre manos G.H y su hija Ruth (Myha'la Herrold). Roberts nunca confía en ellos, y en parte es porque Ruth es insoportable con ella. Su actitud de malcriada y sabelotodo es agotadora. En tanto, Archie (Charlie Evans), el hijo mayor del matrimonio, también es desagradable; con sus padres y sobre todo con su hermana menor.
La película narra un mundo que está llegando a su fin como lo conocemos. Sin embargo, mientras Estados Unidos se destruye, Roberts se toma una copa de vino en la piscina con toda la tranquilidad del mundo. Esto parece una crítica al individualismo moderno, algo que está presente durante todo el filme.
"Si el mundo se acaba no debes confiar en nadie. Especialmente en gente blanca", es una de las frases más notables de las más de dos horas que dura la producción de Netflix.
La película de Esmail es compleja, pero deja un mensaje: los seres humanos seremos los culpables de nuestro propio fin. Una crítica limpia y sin rodeos al individualismo moderno y al poco sentido de sociedad que tenemos.
Puedes ver el tráiler acá.