En una nueva edición de Gabinete Concierto, Ana Lía Rojas, directora ejecutiva de la Asociación Chilena de Energías Renovables y Almacenamiento y presidenta del Consejo de Mujeres Líderes en Energía y Medio Ambiente habló sobre su conferencia en Congreso Futuro 2023, la cual aborda la transición energética y el territorio en que se emplaza.
"Mi foco es la transición energética, pero no vamos a hacerlo desde un punto de vista ni técnico, ni económico, ni el enfoque tradicional. Voy a referirme a la necesidad de territorio para la transición energética", comenzó explicando sobre su coloquio.
"Hay unas cuentas muy locas. Que uno cuando las ve y cuando las entiende empieza a dimensionar la envergadura de lo que significa transformar nuestra matriz energética. Y la cantidad de territorio que va a requerir", continuó
Territorio y transición energética
Para Rojas es de suma relevancia que haya un interés y un acuerdo, tanto de las autoridades, como de las comunidades y las empresas en cuanto a "donde se van a instalar proyectos. En que zonas si se puede, en que zonas no se puede".
"Primero todas las actividades e infraestructuras que vayamos agregando a propósito de energía, de industria. Todas tienen un impacto en el medio ambiente, en el hábitat y por lo tanto por eso son mérito de evaluación ambiental. Segundo tenemos que entender también cuál es la relación de esos proyectos con sus habitantes. Los ciudadanos, pero también con el ecosistema, que son otro tipo de habitantes" , agregó.
Para la ingeniera comercial es importante "abrir esta discusión de cómo nos vamos a poner de acuerdo, no solamente en Chile, sino en el mundo entero. Para tener criterios de decisión que efectivamente no se judicialicen por ejemplo lo que ocurrió con Dominga"
"Hay hoy día un déficit de institucionalidad, de entender quienes son los organismos que tienen que evaluar, con qué criterio, cómo se ordena el territorio", añadió.
Valor compartido
Ana Lía Rojas también se refirió a cómo las industrias y plantas de energía deben adecuarse y relacionarse con el territorio geográfico y social en que se localizan. Señalando que "los beneficios que tienen (los proyectos energéticos), aparte de la generación de empleo puntual, son difusos".
"La comunidad también tiene que empezar a sentir y a experimentar los beneficios de tener, por ejemplo, un proyecto eólico, solar o de cualquier otro tipo de energía renovable instalado como vecino. Hay un valor social de ese proyecto que debe ser compartido", agregó.
Rojas habla de este valor social el cual define como "valor compartido" . El cual refiere a cómo los proyectos energéticos deben no solo ser "ocupantes del territorio". Sino que tener efectos positivos en los habitantes de la zona y "un sentido económico, que la gente lo pueda valorizar y monetizar"
"Es un acuerdo social que pasa por varias capas. La primera es el entendimiento que estos proyectos son necesarios. Que estamos en esta carrera contra el cambio climático, etcétera. La segunda es bajar y aterrizar beneficios aplicados y no solamente en darles (a los habitantes) algo transaccionalmente para que el proyecto sea evaluado de buena forma 'y después me olvido'. No, tienen que ser relaciones de largo plazo", concluyó.