En el Monte Vesubio, de Italia, se encuentra el volcán con el mismo nombre. La última vez que el Vesubio entró en erupción fue en 1944, y todavía se considera uno de los volcanes más peligrosos del mundo. El joven, de 23 años, que cayó en su interior, estaba visitando la cumbre de 1.277 metros con su familia cuando se desvió, por una pista fuera de los límites, lejos de la ruta turística habitual.
La caída
Según la prensa local, el hombre estaba tratando de tomar una foto de la impresionante vista de la costa de Nápoles cuando su selfie se transformó inadvertidamente en tragedia, ya que su teléfono se le resbaló de la mano y cayó al cráter. Luego —usted no lo haga— el joven trató de descender a la boca del volcán en un intento por recuperar el aparato, y cayó varios metros después de perder el equilibrio.
Las imágenes de las secuelas, que muestran cortes desagradables y rasguños en la espalda y los brazos, se han compartido en las redes sociales, pero el orgullo del turista podría decirse que recibió un golpe mayor.
El rescate
Para rescatarlo, los guías de Vesubio tuvieron que hacer rappel en el cráter, luego de verlo desde el otro lado del volcán con binoculares.
“Cuatro guías vulcanológicos se pusieron en marcha instantáneamente y, al llegar al lugar, uno de ellos fue bajado con una cuerda unos 15 metros para permitirles asegurar al turista inexperto”, dice Paolo Cappelli, presidente del Presidio Permanente Vesubio, una base para guías en la cima del volcán. “Tuvo mucha suerte; si hubiera seguido adelante, se habría hundido 300 metros en el cráter”, aseguró Cappelli.
También se envió un helicóptero de rescate de montaña y la policía acudió al lugar y se llevó al niño y a sus tres familiares después de la exitosa misión de rescate. Ahora enfrentan cargos por la invasión de terrenos públicos, ya que, según los informes, fueron a la cumbre sin boleto y pasaron por alto las evidentes señales que marcaban el camino prohibido.