Te guste o no, los teléfonos inteligentes son parte irrevocable de nuestras vidas. Para muchos de nosotros representa el inicio de todos nuestros días, ya que la alarma del celular es lo que lo que nos despierta. Más tarde, nos quedamos dormidos por la noche mientras revisamos nuestras redes sociales.
La Generación Z , que son quienes más utilizan estos aparatos, tiene un tiempo de pantalla promedio de 7 horas y 20 minutos al día.
Amnesia digital
Pero hay que reconocer un punto importante, no todo el tiempo usado en nuestros celulares es de ocio. Según una encuesta de Kaspersky Lab, el 91 % de las personas utiliza Internet “como una extensión de su cerebro”, y el 21 % confía únicamente en su memoria para recordar información.
El Dr. Sam Gilbert es neurocientífico cognitivo de la Universidad de California asegura que: “Existe evidencia de que algunos aspectos de la memoria a corto plazo pueden verse dañados y otros ayudados al usar su teléfono como dispositivo de memoria".
"Por ejemplo, si almacenas algo como una lista de compras en tu teléfono y luego se queda sin batería, probablemente descubras que lo recuerdas menos que si hubieras confiado en tu propia memoria todo el tiempo”, cuenta el Doctor. "Por otro lado, tu memoria para otras cosas probablemente mejorará si no pasas todo tu tiempo pensando en la lista de compras".
No habría daño a largo plazo
"Se han afirmado algunos efectos muy extraños, por ejemplo, la idea de que el simple hecho de tener tu teléfono visible frente a ti puede dañar tu memoria o incluso reducir tu coeficiente intelectual", dice el Dr. Gilbert. “Estos estudios han tendido a ser bastante limitados y la evidencia más reciente no ha podido respaldar sus conclusiones. Así que esta evidencia también debe ser tratada con escepticismo”.
“Es cierto que los teléfonos pueden causar distracción, por lo que definitivamente pueden afectar la función cognitiva. Pero no conozco ninguna evidencia clara de que los teléfonos causen daños cognitivos a largo plazo", asegura Gilbert. "Afirmaciones como esta tienden a basarse en evidencia de baja calidad que no logra establecer un efecto real”.