Un soldado ruso caminó entre una multitud ucraniana sosteniendo lo que parecían ser dos granadas en el aire. El tipo fue abucheado por los furiosos espectadores.
Se cree que forma parte de una delegación rusa enviada a la ciudad de Konotop, en el noreste de Ucrania, para pedir a los residentes que se rindan. Otro soldado lo siguió con las manos en alto.
Los dos fueron seguidos por gritos desaforados de los ucranianos, algunas personas los empujaron y, al parecer, pincharon las ruedas de sus vehículos.
Las tropas amenazaron con arrasar la ciudad con ataques de artillería, según Artem Semenikhin, alcalde de Konotop, que tiene unos 86.000 habitantes.
Le dijo a los residentes en un discurso público en la calle que los soldados rusos habían rodeado la ciudad y les dieron un ultimátum: o les entregaba la ciudad o la destruirían por completo.
Al preguntar a la gente si debía luchar o rendirse, la multitud respondió mayoritariamente que apoyaba la lucha.