Tras la invasión rusa a Ucrania, probablemente Vladimir Putin es el hombre más odiado del mundo.
Sin embargo, hasta hace poco el mandatario de 69 años de edad se rodeaba de un selecto club en el que figuraban personalidades del mundo del espectáculo, que llegaron a tocar para él en conciertos privados y a tomarse fotos juntos.
La lista de fotos con Putin es extensa. Entre las imágenes destaca una del presidente ruso cantando Blueberry Hill durante una gala benéfica para niños en San Petesburgo en 2010 frente al entusiasmo de Kevin Costner, Goldie Hawn, Sharon Stone, Jean-Claude Van Damme, Kurt Rusell, Monica Bellucci o Gerard Depardieu. Una imagen, para muchos, surrealista.
En el archivo también hay imágenes de Plácido Domingo brindando con champán con Putin, de Naomi Campbell entrevistándolo con una sonrisa amable, o de Jack Nicholson entre risas en Moscú con el hombre perpetuado en el poder desde hace 22 años. Leonardo DiCaprio llegó a considerarle en una oportunidad como un hombre "muy, muy interesante", recoge AS.
En ese entonces, las fotos no encendieron las alarmas en ningún momento, ni siquiera ante pistas tan contundentes como el conflicto militar en Georgia en 2008, o el envenenamiento del exespía disidente Alexander Litvinenko en 2006, el hombre que agonizó durante días en un hospital de Londres tras recibir polonio de dos agentes rusos.
La condescendencia de Occidente
Es probable que con el pasar del tiempo ese círculo de estrellas de Hollywood se reduzca de forma drástica tras la destrucción de las bombas y los crímenes de lesa humanidad, que ya pesan sobre los hombros de Putin.
Sin embargo, aún le quedan algunos seguidores, como Steven Seagal, que se hizo ciudadano ruso en 2015 y sostiene que Putin es "uno de los grandes líderes vivos de la humanidad".
Evidentemente, que en algún momento hayan coincidido con Vladímir Putin o hayan sido agasajados por él no significa que comulguen con sus ideas ni que estén a favor de la invasión. Nada más lejos de la realidad. Pero sí da muestras de la condescendencia con la que históricamente Occidente ha tratado al que hoy es el enemigo público número uno.