Si bien es la décima versión del festival, Lollapalooza Chile 2022 se sintió como si fuera la primera vez. Había emoción por la vuelta de la música en vivo a gran escala, ansiedad por la cantidad de gente reunida y mucha novedad en su nueva casa: el Parque Bicentenario de Cerrillos.
Hay que decirlo, el Parque O'Higgins es un lujo y es difícil llenar el vacío que dejó, pero el recinto del sector surponiente de la capital, como lugar, pasó la prueba con un morado. El metro te deja a prácticamente 5 minutos de la entrada, sí hay lugares con sombra para descansar y, entre los escenarios principales, es bastante cómodo moverse (giras un poco el cuerpo en el mismo lugar y puedes disfrutar el show). ¿Lo malo? Largas filas, un par de topes de sonido, pocos puntos de hidratación y otros detalles que, como dice el titular, dan la impresión que tienen que ver con el desafío de llevar la logística a otro lugar y empezar de cero.
Día 1
Por nuestra parte, llegamos a uno de los favoritos de la casa, Marky Ramone, con un vocalista que llegaba a dar escalofríos por lo idéntico que cantaba a Joey Ramone. A esa hora el ambiente se sentía más bien familiar.
Luego, disfrutamos de Idles. La prueba viviente que un género traspasa generaciones, se reinventa y tiene la capacidad de remover esqueletos con su poder sonoro. Guitarras, bajos, percusiones y un vozarrón que cala hasta los huesos; IDLES aúlla que el punk no ha muerto y sí, tiene para rato.
Aquí es cuando el público empieza a cambiar y la juventud se toma de lleno Lollapalooza Chile 2022. Jhay Cortez y Martin Garrix desataron el baile desenfrenado con una carga innumerable de, nos guste o no, hits.
La noche la cerró Foo Fighters. A esta altura, ya los podemos catalogar de rock clásico, y bajo esa etiqueta: no defraudan. Solo grandes canciones tuvieron en su setlist.