Una nueva forma de estafa se ha hecho presente tanto en Whatsapp como en internet.
La modalidad supone que un conocido nos contacta por WhatsApp, porque ahora tiene otro número y que se encuentra en el extranjero por vacaciones.
Toda va bien, porque comienza una conversación fluida, pregunta por los hijos, la situación de salud o envía videos y música de nuestro agrado.
Pero este conocido tiene un problema, envió una encomienda, también desde el extranjero, que no podrá recibir.
Solicita si la podemos aceptar y ciertos datos como dirección, nombre completo y RUT.
Obvio que este favor será bien retribuido, porque dentro de este encargo se incluyen computadores, celulares, maquillajes y otros artículos.
Todo marcha bien: un funcionario de la Aduana escribe por WhatsApp, informando de un problema con el encargo.
Los productos traídos tienen un valor mayor que los declarados o que se encontraron dólares en la encomienda.
El problema se soluciona haciendo una transferencia, pagando la multa y el sobreprecio de los productos.
Lamentablemente, el conocido que pidió el favor no tiene el dinero, pero cumplirá con pagar después.
El funcionario de Aduana indica un número de Cuenta Rut o Vista para que se realice la transferencia.
Incluso, los datos se encuentran en un documento con varios logotipos del Estado y la Aduana.
La verdad, nunca un funcionario de Aduana solucionará un problema de esta forma y mucho menos se pagan multas a nombre de cuentas personales de funcionarios públicos.
Todo siempre fue una estafa y quien se presentaba como un amigo por WhatsApp era alguien haciendo suplantación de identidad.
¿Cómo esta estafa es tan efectiva?
Este delito funciona con la información personal que nosotros, como usuarios, dejamos en redes sociales.
No hablamos de números de teléfono o nuestro RUT, pero sí apodos, gustos, estados recientes en Facebook, estado civil y otras actividades cotidianas.
Desde ahí estos supuestos amigos obtienen la información para hacernos creer que son ellos, capturando nuestra confianza y solicitando, en este caso, una transferencia de dinero para completar una encomienda o importación.
Este tipo de estafa, incluso, es utilizada en toda América Latina.
A principio de la pandemia se liberaron muchos juegos por redes sociales, donde los usuarios respondían preguntas personales.
Eran nominados por sus amigos y la idea del juego es que esa información fuera pública para que todos nos conociéramos y enfrentáramos la crisis sanitaria.
Este tipo de juegos, que parecen inocentes por Internet, hacen que revelemos datos muy útiles para luego ser víctima de un engaño o que nuestra identidad sea suplantada.
¿Cómo prevenir estas situaciones?
Hay que tener claro que nuestra información debe ser lo menos pública posible.
No entregar esa información y mucho menos que nuestras redes sociales sean públicas.
Y de la misma forma que una generación pasada nos enseñó que no debíamos hablar con extraños en la calle hoy debemos tener claro que no debemos difundir datos de nuestra vida cotidiana en redes sociales, porque un buen amigo puede ser un peligroso extraño.