A pesar de haber sido una figura decisiva en la consecución de dos Champions -la Décima y la Decimotercera- y algún título más, como la escandalosa carrera en la final de la Copa del Rey contra el Barcelona, Gareth Bale nunca será una leyenda en el Real Madrid. No hay manera de que el galés alcance el nivel de ídolo, y si no lo ha conseguido ya, cada día que pase lo va a tener más complicado.
El galés culpa a las pifias que vienen de las gradas cuando falla y a los que le critican por dedicar mucho tiempo a su pasatiempo: el golf. Y es que lo cierto es que Bale es más feliz dándole con un palo a esa pequeña pelota en un campo abierto que en medio del Bernabéu. Simplemente, ahí se bloquea.
El jugador habló de su drama en un podcast de golf. Dice que no entiende por qué el Bernabéu pifia a los jugadores cuando están desacertados o atraviesan un mal momento. Todavía se sorprende por lo que ocurre en un campo donde se ha silbado, ni más ni menos, que a referentes como Zidane y Cristiano Ronaldo. Lo acertado o recomendable, según Bale, sería que desde la grada llegaran aplausos o fueran más comprensivos con sus futbolistas. Lo de las pifias lo horroriza.
Bale saca de dentro esa incomprensión y la angustia que le produce verse señalado por sus propios aficionados. Es su drama. No enganchar con los fans del Real Madrid y no haber conseguido ese reconocimiento de estrella tiene que ser muy duro para un futbolista que ha dado tanto en situaciones claves de partidos trascendentales. Como no se siente querido ni reconocido como un ídolo sigue con esa postura de incomprendido y presume de jugar al golf, que es su válvula de escape, recoge El Confidencial.
"No debería ser un problema para mí jugar al golf, pero lo es. No sé por qué razón. Lo he hablado con los médicos y les parece bien", dijo el galés. Hubo un tiempo que en el Real Madrid había médicos que le desaconsejaban practicar este deporte por sus problemas en la columna y el músculo sóleo. Sus lesiones y recaídas generaban problemas a los especialistas.
La opinión generalizada en el Real Madrid es que Bale no ha aprovechado sus oportunidades para convertirse en un líder. A partir de ahora, con el regreso de la Liga después de la suspensión por el coronovarius le espera más competencia con las incorporaciones de Eden Hazard y Marco Asensio. "Vuelve a estar en su mano demostrar si es uno de los mejores del mundo", comentan desde el club con la esperanza de que se enchufe a lo que resta de competiciones.
Se esperaba que Bale fuese el futbolista más amado de la plantilla, el ídolo y el referente que buscaban el presidente y los aficionados, pero no lo consigue. Ni siquiera es el jugador que más camisetas vende. Sí es el jugador que más gana, pero tampoco es el que más juega. Por delante de él están Sergio Ramos, Varane, Carvajal, Casemiro, Kroos, Isco, Benzema… Así es difícil hacerse querer como pretende. Es cierto que existe una falta pasión entre la grada y el galés. Lo suyo con el club merengue son aventuras amorosas que se producen cada cierto tiempo. Bale está en el Real Madrid, pero el Real Madrid no acaba de entrar en Bale. Este es su problema.