Andrew Bennet, es un director de videoclips que acaba de lanzar un libro fotográfico titulado "Eruption in the Canyon: 212 Days & Nights With the Genius of Eddie Van Halen", que recoge imágenes y anécdotas del periodo que pasó filmando al afamado guitarrista.
De ahí se desprende la historia que tiene como protagonista a Fred Durst, vocalista de Limp Bizkit. Ésta sucedió cuando Wes Borland, el guitarrista de la banda de nü metal, se alejó para darle prioridad a sus otros proyectos y sus excompañeros comenzaron a buscar alguien que lo reemplazara en las seis cuerdas.
Durst y Eddie Van Halen se conocieron en una fiesta donde un ejecutivo de una discográfica, en un alarde de "genialidad", decidió que era buena idea que ambos trabajaran juntos. "Sería muy gracioso", respondió el cantante. "El mejor guitarrista de todos los tiempos en la peor banda de todos los tiempos", bromeó. El guitarrista, por su parte, se lo tomó en serio y decidió que era el momento de probar.
Todo parecía ir bien y se animaron a reunirse en una casa de Beverly Hills. Sin embargo, un solo elemento bastó para provocar que todo se estropeara en un solo instante: la marihuana. Durst y sus acompañantes sacaron bolsones de hierba y se pusieron a fumar, provocando que Eddie Van Halen, totalmente opuesto a las drogas, se marchara corriendo dejando todo su equipo detrás.
Obviamente, Van Halen tenía pensado recuperar todas sus cosas. El guitarrista estaba muy enfadado y, para colmo, Durst no le había llamado en más de un día, así que el guitarrista decidió que era el momento de encargarse del asunto de la manera más violenta posible, recoge Mariskal Rock.
"Eddie una vez compró un vehículo de asalto en una subasta de objetos militares", explica Bennet en el libro. "Tiene un arma montada que no es legal en la parte de atrás. Eddie condujo el vehículo por Los Ángeles y llegó hasta Beverly Hills, después aparcó y lo dejó arrancado en frente de la casa donde ensayaba Limp Bizkit. Salió sin camiseta, con un moño al estilo samurai en su cabeza, sus pantalones vaqueros atados con una cuerda y botas de combate amarradas con cinta aislante. Teníá una pistola en su mano", agrega.
Dice Bennett que Van Halen le narró el momento de la siguiente manera: "Ese imbécil abrió la puerta y le puse mi pistola en su estúpida gorra roja. Le dije: '¿Dónde está mi mierda, estúpido?' Ese tarado se limitó a llamar a uno de sus empleados y empezar a gritarle que cogiera mis cosas'". El escritor explica cómo acabó el asunto. "Eddie Van Halen se quedó allí delante la casa en Beverly Hills a plena luz del día, fumándose un cigarro y encañonando a Fred Durst mientras iba y venía de la casa al vehículo de asalto cargando amplificadores y guitarras".
Luego de conocer esta historia, queda claro que es mejor no hacer enfadar a Van Halen, y también es evidente lo mucho que cuida sus herramientas de trabajo.