Por Ramón Pozo
La ambientalista de 16 años, Greta Thunberg, pronunció un emocionante discurso el lunes en la cumbre climática de la ONU en Nueva York.
“Han robado mis sueños y mi niñez con sus palabras huecas, y sin embargo soy una de las más suertudas. La gente está sufriendo, la gente está muriendo, ecosistemas enteros están colapsando”, afirmó la adolescente con evidente enfado y lágrimas en los ojos.
“Estamos en el comienzo de una extinción masiva, y de lo único que ustedes pueden hablar es de dinero y de cuentos de hadas de crecimiento económico eterno. ¿Cómo se atreven?”, agregó.
Eduardo Sanhueza, investigador asociado al Centro Earth de la facultad de ingeniería y ciencias de la UAI, apuntó que la alocución "muy emotivamente plantea una demanda" que "tenemos que apurar el tranco" en materia medioambiental.
Sin embargo, indicó que "Greta a lo mejor no existiría si no fuera por los combustibles fósiles" que han proveído calor a hogares en Suecia.
Más allá de la figura de esta activista, a su juicio lo que "pasó en Nueva York, fue decepcionante. Mucho anuncio, pero de perros chicos".
Acotó que en cumbres como de la ONU o las COP, "lo menos que se habla es de ciencia o de ambiente. Se habla de economía, de plata". En este escenario toma relevancia el rol del presidente norteamericano Donald Trump.
Pero más allá de que este mandatario desacredite las teorías sobre el cambio climático y se muestre reticente a sumarse a acuerdos internacionales, Sanhueza cree que ello “no tiene ninguna importancia”.
¿Por qué? “En EEUU se da el caso de que energías renovables están aumentando a una velocidad increíble, por más que ‘el caballero’ (Trump) diga lo que quiera decir acerca de los combustibles fósiles”.