Debido a la masificación del uso de computadores y celulares, el “síndrome de los hombros caídos” cada vez es más frecuente en más personas y de distintas edades. Sin darnos cuenta solemos inclinar ligeramente el cuerpo hacia delante, curvando hombros y espalda, lo cual no solo tiene efectos estéticos, sino que además provoca lumbalgia y dolor cervical.
Cuanto más nos encogemos y caminamos así, explica el quiropráctico Ata Pouramini en Deporte y Vida, "más tiende nuestro cuerpo a permanecer en esta postura. El motivo es la gran flexibilidad y control sobre el resto del sistema músculo esquelético de la espinal dorsal. Al doblarse, provoca la curvatura del resto. Esta curvatura, a su vez, produce dolor o ciertas molestias que sólo se calman mientras sigamos encorvados, con los hombros caídos", cuenta.
Sin embargo, la mala postura no sólo puede ser perjudicial para nuestro organismo sino que también puede ser símbolo de una baja autoestima. "La postura puede ser un reflejo de cómo nos sentimos", afirma Pouramini. “Si estamos cohibidos, si somos tímidos, si nos sentimos en un plano inferior, tendemos a encogernos físicamente. De ahí que se hable de posturas de posturas de poder cuando estamos erguidos, bien colocados y nos sentimos fuertes. Quizá sea necesario bucear en nuestra autoestima".
Para corregir esta postura, "tanto en reposo como en movimiento. Hay que procurar caminar erguidos, con los hombros en perpendicular a la cintura. Un ejercicio diseñado ad hoc para conseguirlo es caminar imaginando que se porta un vaso de agua lleno sobre la base del esternón y que hay que evitar que se derrame lo máximo posible de líquido. Si andamos rápido manteniendo la postura, tenderemos a corregir los hombros caídos", concluye.