Más de alguna vez, las malas palabras o groserías han sido parte de nuestro lenguaje. Pero en el caso de ciertas personas, su uso es cotidiano y excesivo, lo que no estaría mal según un reciente estudio.
Una investigación realizada por el Colegio Marits de Massachussetts reveló que los malhablados tienen alto coeficiente intelectual. Decir groserías no solo nos libera del estrés, sino que requiere agilidad mental y creatividad.
“El maldecir te puede hacer sentir mejor en ciertas situaciones. Si estás esperando una ambulancia y no tienes medicamentos, decir insultos puede incluso reducir la sensación de dolor”, explicó el especialista Richard Stephens