En el artículo de portada de Variety de esta semana, Gwyneth Paltrow recordó el vigésimo aniversario de su triunfo en los Oscar como mejor actriz por la película producida por Harvey Weinstein: Shakespeare in Love y cómo fue trabajar para el jefe de Miramax.
"Era un matón", señaló la actriz. "Nunca tuve un problema para hacerle frente. No le tenía miedo. También sentí durante un tiempo que era la cara consumidora de Miramax, y sentí que era mi deber empujar contra él. Tuvimos muchas peleas", explicó.
Por ejemplo, Weinstein se negó a pagarle su compensación vinculada a la presentación en taquilla de Emma en 1996. Ella lo presionó hasta que recibió ese dinero. "Logré que me pagara algo. Recuerdo que recibí una carta legal que decía: 'Esto no es un reconocimiento de que te debemos este dinero, pero aquí hay un cheque'", ejemplificó Paltrow.
La ganadora del Oscar también describió cómo era tratar con el productor. "Era un jefe muy difícil (...) Fue una relación tensa. Nos metíamos en grandes peleas. Recuerdo que una vez mi madre entró en una habitación y le estaba gritando sobre algo. Ella me preguntó con quién hablaba así y cuando le dije, ella respondió 'Oh, Dios mío, bien por ti. Defiéndete'", explicó.
Paltrow estuvo entre las docenas de mujeres que se reunieron en 2017 para acusar a Weinstein de conducta sexual inapropiada. En un artículo publicado en el New York Times, la actriz reveló un secreto que había mantenido durante la mayor parte de su vida profesional. Al comienzo de la producción de Emma, Weinstein la llamó a una habitación de hotel, le puso las manos encima y le pidió un masaje. “Tuve una experiencia realmente incómoda, extraña; entonces nunca más fue inapropiado conmigo de esa manera", confesó a Variety.