Si bien es sabida la diferencia en la calidad de espacios públicos como parques y calles entre sectores acomodados y los más pobres, que ello derive en temperaturas distintas en los barrios resulta, al menos, llamativo.
Así lo identificó un estudio de la U. Adolfo Ibáñez con la Cámara Chilena de la Construcción.
"En las Condes hay unos 17 grados entre la máxima en invierno y verano", y en Cerro Navia, "son 25 grados", explicó Pía Palacios, investigadora y coordinadora de proyectos del Centro de Inteligencia Territorial de la Universidad Adolfo Ibáñez.
¿Pero cómo se procedió? "Estamos midiendo la temperatura superficial del suelo" con satélites, con los que se detectó que donde hay "exceso de cemento, éste atrapa el calor en el día y lo libera de noche".
"Tenemos todos estos techos de zinc" en sectores más vulnerables que "empiezan a reflejar mayor calor y absorber mayor calor", indicó.
Resumiendo, "en sectores de bajos ingresos tenemos temperaturas mucho más cálidas en verano, y mucho más frías en invierno".
Destacó que en espacios más abiertos con presencia de árboles, como se puede apreciar en el sector oriente de la capital, "eso sí impacta en la sensación térmica".
Por tanto, Palacios planteó que hay que "hacer los esfuerzos para hacer la ciudad un poquito más habitables". No obstante, contar con áreas verdes "tampoco es barato, entonces, ¿quién les da los recursos" a municipios más pobres?
Finalmente y ante los llamados guetos verticales, apuntó que "tenemos que densificar la ciudad", pero "no podemos hacer tremendas torres" a fin de "no sobrepoblar" algunas zonas.