“Este año, no hemos tenido esa discusión (sobre trasplantes) en los medios”. Ésta es una de las explicaciones a las que acude el cirujano de la clínica Dávila, luego que el ministerio de salud reconociese que hay una baja de 47% en la donación de órganos hasta agosto de este año, comparado con el mismo período de 2017.
La negativa de los más cercanos pesa en demasía: “Independiente de que el paciente haya expresado su voluntad de ser donante, es finalmente la familia la que tiene la responsabilidad de ejecutar o no esa decisión”, expone Guajardo.
Explicó que uno de los mayores problemas es “no haber tenido el tiempo para discutir algo tan importante” entre quien decide donar sus órganos y sus parientes.
Sobre la creencia popular de que quien es donante puede no recibir una atención adecuada, planteó que estos “son prejuicios de las personas”, o “fantasías”.
Lamentó además que “no tenemos una legislación ni campañas de difusión adecuadas”, a fin de evitar esta baja tan significativa.
Respecto de la nueva ley de trasplantes, que considera a todos como donantes a menos que expresen su negativa, el cirujano indicó que la “población lo tomó más como una imposición que como algo positivo”.
“Tuvimos una tasa inesperada de personas que manifestaron su opción de no ser donante”, concluyó.