“Eso es combatir la delincuencia”, aseveró el ahora director de la fundación Dimas, quien detalló cómo es la realidad dentro de los recintos penales y la relación entre reclusos y gendarmes.
Explicó que si una persona “en un asalto en Las Condes por robar $10 millones tiene que matar a alguien, a él no le va a pasar nada dentro de la cárcel”, puesto que es un delito valorado entre los internos.
Sin embargo, el asesinato de Margarita Ancacoy en el barrio República, aparentemente a manos de cinco extranjeros y que derivó en la tortura de dos ecuatorianos en Santiago 1, está al otro extremo de la valoración: “Los mismos internos la identifican que podría haber sido su mamita, y además por (el robo de) $5 mil”. Briones agregó que “yo hablo con internos y dicen que la sacaron barata”.
Aclaró que en el castigo poca relevancia tuvo su nacionalidad, puesto que “si hubieran sido chilenos, yo creo que les pasa lo mismo”. Y la aplicación de corriente, “no es tan normal, pero sí pasa”.
Entre los códigos está que “si tú peleas a combos dentro de la cárcel no es ser choro. Es mal mirado, tienes que pelear con estoque”. Adicionalmente, “para poder ser choro tienes que venir del Sename. No puedes a los 20 años robar y ser choro”.
¿Y cómo pudo Khristian superar este contexto? Narró que “viendo un día a mi hija drogándome, me estaba pegando un pipazo de pasta base, ella me mira con sus ojitos y me pasó algo muy milagroso”. Desde entonces, comenzó a hacer su trabajo de rehabilitación, el que admitió fue muy arduo.
“La verdadera puerta giratoria va enfocada más en la falta de oportunidades. Es muy tonto no darle la oportunidad a una persona cuando sale de la cárcel. O sea, preferimos que siga robando”, concluyó.
Rol de gendarmes
En el caso de los ecuatorianos, existieron cuestionamientos a Gendarmería -como mínimo- por la falta de vigilancia. Khristian Briones se refirió a su experiencia en la cárcel, y apuntó que había un funcionario que avisaba “éste mató a una abuelita”, con eso dice “hay que pegarle acá adentro. Eso yo lo vi”.
Aseguró además que hay gendarmes que “entran drogas o sierras para hacer estoques”, u otros que llegaban “en estado de ebriedad en la noche y te sacaban de castigo a hacer gimnasia y te sacaban la cresta”.
Sobre la presencia de celulares, el director de la fundación Dimas relató que “todos sabemos cómo ingresan los celulares: Por algunos gendarmes, algunas visitas y algunos abogados”. Normalmente son, vendidos a $70 mil cada uno.
“Esos gendarmes que son así son los que perjudican a la institución. Son los menos”, acotó Briones.