“Estamos todavía en un punto muerto”. Es una de las primeras observaciones del exseminarista que se entrevistó con el obispo de Malta Charles Scicluna en su paso por nuestro país, en medio de las indagaciones por abusos sexuales.
Apuntó que existe una confabulación entre obispos que “tiene amarrado al Papa de pies y manos”. Por tanto, “hoy día ningún obispo chileno puede decir que da garantías (…) hay un problema de a quién designar”.
Él junto a otros proponen entonces “que se designe a Eugenio de la Fuente, un presbítero católico que también es víctima del caso Karadima”, ya que “solamente una víctima la que puede entender de verdad lo que uno vive”.
Oídos sordos y amenazas
Pulgar denuncia que fue drogado y violado por el sacerdote Humberto Henríquez en la década de los ’90. Sobre la posibilidad de hacer públicos estos hechos en ese entonces, consignó que “era prácticamente levantarse contra EEUU, por así decirlo”.
En este caso tiene un rol protagónico el hasta hace poco obispo de Valparaíso, Gonzalo Duarte, a quien acusa de amenazas como “que te van a hacer desaparecer, que te quedes callado, que no sigas con esto, que el hilo se corta por lo más delgado”.
Incluso, aseveró que “a mí hace como 2 semanas me cortaron los sensores de los frenos” después de una entrevista. “El mecánico lo revisó y efectivamente estaban cortados con un objeto cortante (…) no es un desgaste de material”.
La suma de experiencias traumáticas, presiones, de lucha para lograr que le crean, tiene como consecuencia que “muchas veces uno dice ya no tiene sentido seguir viviendo (…) esto es algo que te desvela en las noches”.
Pulgar afirmó que intentó quitarse la vida “varias veces. Llega un momento en que uno ya no puede más”.