Peter Jackson logró una gran adaptación las novelas de J.R.R. Tolkien con la trilogía de El señor de los anillos que se convirtió en uno de los mayores éxitos de toda la historia y cambió la forma de abordar el género fantástico. Las cintas fueron bien recibidas por la crítica especializada, por los fans de los libros y por la industria misma.
Con un presupuesto mucho menor a la de otras superproducciones y sobre todo al inicio del 2000, no contaron con los efectos digitales que actualmente existen. Esto fue lo que extrañó Ian McKellen al grabar la trilogía de El Hobbit, precuela de la saga anteriormente descrita, la cual detestó.
El actor que interpretó a Gandalf quedó frustrado por la edición del filme: "Era miserable. Puede ser sólo mi impresión, pero no recuerdo una pantalla verde en El Señor de los Anillos. Si Gandalf estaba en la cima de una montaña, yo estaba ahí en la montaña", dijo a Time Out.
Además, agregó que "la tecnología se estaba haciendo mientras nosotros hacíamos la película. Yo no estaba involucrado con nada de eso, yo estaba allá afuera actuando en una montaña. No suelo recordar los malos tiempos, pero no creo que hubiera alguno. Creo que disfruté cada momento de filmar esas películas".
A tal punto llegó su desencanto que tras grabar El Hobbit: Un viaje inesperado, pensó en renunciar a la actuación, por el curso que tomaron las producciones de ficción y fantasía.