Borracho se perdió buscando su hotel y terminó escalando una montaña de 2.400 metros. Es la insólita historia de Pavel, un turista estonio de 30 años, de vacaciones en una estación de esquí de los Alpes que salió de fiesta una tarde y bebió más de la cuenta, según publicó El País.
Cuando pasaba el último transporte para su hotel, a las 19.30 horas, pensó que aún le quedaba mucha noche por delante y continuó de fiesta hasta que cerraron los bares. A esa hora no tenía otra opción que volver a pie.
Solo y a oscuras, llevaba mocasines e iba abrigado solo con un cortavientos, momento en el que inició su rumbo, pero en la dirección opuesta a su residencia.
En algún punto indeterminado tuvo que dejar de caminar y comenzar a escalar, porque acabó superando una pendiente de 400 metros de desnivel para llegar a la cima de la montaña de 2.400 metros. La orientación, la inclinación del camino o el frío no eran factores a tener en cuenta en ese momento.
Continuó su periplo, ajeno al hecho de que la nieve frente a él cada vez era más abundante y el camino, más inclinado. Al final del recorrido, encontró un restaurante, el Igloo, encaramado sobre la pista Ventina, una cresta llena de nieve que hace tiempo se reservaba para competiciones de esquí en la estación de Cervina, y pensó que era su hotel.
Probó a meter la llave en la cerradura y a pesar de que no había forma de que encajara, consiguió abrir la puerta. Bebió dos botellas de agua que encontró en la barra, para calmar la deshidratación de la ascensión y tal vez la resaca y se echó a dormir en el primer sitio que encontró.
Al día siguiente los servicios de rescate, que pasaron la noche intentando encontrarlo con perros y drones, llegaron al restaurante ubicado a 2.400 metros de altura desde donde comenzaron la búsqueda.
Puedes ver una foto de Pavel a continuación: