Con Haití, “es un tipo de migración que Chile no había conocido tanto hasta el momento”, especialmente por el volumen de isleños que ha llegado en los últimos años y porque “no es hispanoparlante”.
“Estamos hablando de personas que llegan en una condición de vulnerabilidad muy importante, además de ser fácilmente víctimas de prejuicios y racismo por su color de piel e idioma”, detalló el académico de la escuela de psicología UC e investigador del Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social COES.
Más allá de ello, apuntó que en términos generales “se puede tomar medidas para incentivar migraciones hacia ciertos sectores del país”, aunque “hay que pensar cómo adaptar nuestro sistema educacional o de salud para poder atender gente que habla otros idiomas”.
Sostuvo que debemos acostumbrarnos a la llegada de más migrantes, ya que los países “tienden a estabilizar su porcentaje de extranjeros en torno al 12, 15%, y Chile todavía está muy por debajo de eso. Probablemente dupliquemos la tasa de extranjeros viviendo en el país en los siguientes años”.
“Este marco regulatorio lo que tiene que hacer es prepararse para ese número de extranjeros y no intentar limitarlo, porque eso no va a poder hacerse”, concluyó Carvacho.