Uno de cada tres condenados a presidio perpetuo calificado logró libertad condicional, según afirmó Jorge Araya de la Usach. También abordó la pena de muerte: “No podemos ser poseídos por sed de venganza y convertirnos en sádicos que hacen sufrir a otros”.
Sobre el presidio perpetuo calificado, Araya esgrimió que esta pena “es de las más fuertes que existen en la legislación del mundo”, debido a los 40 años efectivos de cárcel. “Prácticamente una vida entera”, destacó.
“Con una pena de presidio perpetuo calificado de 40 años, todo el castigo y daño que esa persona podría recibir, ya lo ha recibido. Claramente una persona condenada ya perdió todo tipo de esperanza y posibilidades de hacer otra vida”, postuló el especialista en seguridad pública y académico.
“Después de 40 años, una persona difícilmente va a ser un peligro para la sociedad”, agregó.
Sobre la pena capital, Araya, junto con admitir que “no me sorprenden” altas cifras de apoyo por restituirla, recordó que “justicia se desarrolla junto a civilizaciones en el mundo para sustituir lo que era en la antigüedad era la venganza”. Por tanto, como Estado, “no me voy a convertir yo en criminal, en un vengador poseído de sed de venganza, de sangre, porque yo no soy eso”.
Finalmente, consignó que “tenemos comprometidos tratados internacionales en que no es válido reponer la pena de muerte una vez fue sacada de la legislación”.