Según lo que estipulan, las acusaciones de acoso y agresión sexual en contra Weinstein, instaló un clima de "puritanismo" sexual que encuentran necesario rechazar.
Pese a considerar legítimo la "toma de conciencia sobre la violencia sexual ejercida contra las mujeres, sobre todo en el ámbito profesional", aseguran que "esta liberación de la palabra se transforma hoy en lo contraio: nos conminan a hablar como es debido, a hacer callar lo que enoja y quienes se niegan a plegarse ante semejantes directrices son vistas como traidoras, ¡cómplices!"
En el documento, también comentan que están lo "suficientemente advertidas para admitir que el impulso sexual es por naturaleza ofensivo y salvaje, pero también somos lo suficientemente clarividentes como para no confundir el coqueteo torpe con el ataque sexual".
"Para aquellas de nosotras que hemos elegido tener hijos, creemos que es mejor criar a nuestras hijas para que estén informadas y sean lo suficientemente conscientes como para vivir sin intimidación ni culpabilidad", continúan.
Al término del manifiesto, concluyen con que "los incidentes que pueden tener relación con el cuerpo de una mujer no necesariamente comprometen su dignidad y no deben, por muy difíciles que sean, convertirla necesariamente en una víctima perpetua. Porque no somos reducibles a nuestro cuerpo. Nuestra libertad interior es inviolable. Y esta libertad que valoramos no está exenta de riesgos o responsabilidades".