La hermana de Carrie Fisher, Joely, está próxima a lanzar su libro Growing Up Fisher: Musings, Memoirs and Misadventures, donde recordó las últimas horas con vida de su media hermana a poco de cumplirse un año de su muerte.
En las páginas puede leerse cuando Joely se enteró que su hermana estaba en coma producto de un ataque cardíaco que sufrió en el avión que la llevaba desde Los Angeles a Londres, el pasado 23 de diciembre de 2016.
"Mama Debs ya estaba allí. Me dijo que había hablado con Jesús y que había rezado por más tiempo, por Carrie, por sí misma y por Connie (Stevens, la madre de Joely). Al parecer ella tenía acceso directo y todo se volvió muy real", describe.
"Estar en la habitación con Carrie se sentía casi como si ella estuviera yéndose hacia otro lado, como queriendo decir 'chicos, no estoy segura de que esto esté funcionando'", narró a la Revista People.
Tras su muerte, el 27 de diciembre del año pasado, la familia tuvo que enfrentarse al hecho de que Carrie estaba lidiando con una fuerte adicción a las drogas, tal como arrojó el reporte toxicológico realizado y que reveló rastros de cocaína y heroína en su cuerpo. Conversación que, al parecer, nunca tuvieron de manera seria.
"Nunca lo atribuimos a una lucha con las drogas", aseguró. "Ella luchó contra el desorden bipolar y las adiccciones toda su vida. No sé si fue un gran momento y significativo que nos llevara alguna vez a tener una discusión seria al respecto. Creo que era la forma en que ella sobrellevaba su vida. Nunca hubiera imaginado que así era como terminaría la historia".
Días más tarde, la madre de Carrie, Debbie Raynolds, también murió producto de un derrame cerebral. "Debbie vivió por su hija. Y murió porque no podía estar más con ella", aseguró.