Si vives en la ciudad, seguramente has visto palomas toda tu vida: buscando comida o peor aún, lanzándote sus desechos. Pero, ¿alguna vez has visto a sus crías? La explicación existe.
La paloma bravía, criada hace miles de años por el hombre, dio paso a la paloma doméstica o "Columba livia domestica", la que conserva los instintos de su antepasado: anidar en las grietas de los acantilados y montañas, según publica Gizmodo.
Instaladas en la metrópolis, las palomas anidan en cavidades y escondrijos de los edificios, que son los lugares más altos que pueden encontrar. Los pichones se mantienen escondidos hasta que puedan sobrevivir por sí mismo, entre 25 a 32 días de nacer.
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