Una mujer canadiense, llamada Joanne Dyck, denunció un caso de maltrato animal.
Dyck, fanática de la raza de gatos Esfinge (reconocidos por no tener pelo) compró uno vía Internet por 470 mil pesos, sin embargo, rápidamente se dio cuenta que el pelo les empezó a crecer.
En una entrevista con CBC News, la mujer contó que "pensaba que lloraba porque echaba de menos a su padre, pero probablemente era porque le dolía (...) parecía una esfinge porque estaba muy muy delgado y su cara era muy anguloso".
Esta mujer finalmente vendió el gato a otra mujer, con quien mantuvo contacto y le contó que finalmente descubrieron que el gato tenía heridas que lo podrían haber llevado a la amputación.