Un grupo de investigadores del Centre for Performance Science, una asociación entre Royal College of Music e Imperial College London, tomaron muestras de saliva antes y después de una hora de concierto a 117 voluntarios, arrojando así que los niveles de cortisol y cortisona -hormonas asociadas al estrés-, disminuye.
“Esta es la primera evidencia preliminar de que asistir a un evento musical puede tener un impacto en la actividad endocrina”, dijo Daisy Fancourt, líder del trabajo que ha sido publicado en la revista Public Health.
Además, el estudio sorprendió porque los resultados no eran significativamente distintos entre hombres y mujeres de grupos etarios distintos. En otras palabras, transversalmente ir a un concierto hace bien.
Este estudio es solo una muestra de los aspectos físicos donde la música funciona. Y son tantos que ya se están comenzando a estudiar en una nueva disciplina, llamada “neuromusicología”, que pretende buscar cómo influye la música en la mente, si se producen cambios en las hormonas o por qué afecta la música al cerebro.
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